viernes, 6 de febrero de 2009

Todo por decir, nada que contar

Lo cierto es que en ocasiones buscamos respuestas y finalmente, nos damos cuenta que lo que hemos elegido mal, es donde indagar. Centrados en nuestra vida, nuestras torturas auto-impuestas, nuestros quehaceres diarios y nuestros cacaos mentales, nos perdemos un mundo exterior lleno de vida, luz y color. Si, aunque no salga el sol, puede haber luz. La luz puede surgir desde muchas vías, principalmente desde nuestro interior. El caso es dejar que se produzca, que emerja y finalmente irradiarla. Participando así de la magia, la magia de la vida, de la interacción y el crecimiento.
Llegado un punto en nuestra vida, tenemos la certeza de que ya no creceremos, siempre hablando en términos físicos-corporales, ya que psíquica y espiritualmente a día de hoy no existe un techo. Yo no quiero dejar de crecer en esa dirección, para ello debo dejar de perderme en caminos que sólo conducen a la frustración.